La vida de Miguel de Cervantes Saavedra transcurrió en una época de profundos cambios y conflictos que moldearon Europa y, de manera particular, España. El siglo XVI y principios del XVII fueron testigos de guerras de religión en el Mediterráneo, la Reforma y Contrarreforma en el mundo cristiano y el impacto del descubrimiento del Nuevo Mundo. La trayectoria de Cervantes reflejó fielmente estos periodos agitados, llenos de éxitos, temores y tragedias. Un aspecto a tener en cuenta de su obra es su conocimiento del islam y cómo se refleja en obras tan trascendentales como Don Quijote.
El islam como rival histórico y cultural
Desde su surgimiento en el siglo VII, el islam representó un reto continuo para Europa. Su rápido avance creó un vasto territorio que se consolidó durante los siglos VIII-IX, constituyendo para los estados cristianos no solo un rival religioso, sino también político, económico y cultural. Gran parte de la literatura cristiana medieval consideraba al islam una herejía o una variante deformada del cristianismo, viéndolo como el sistema religioso más peligroso. Esta imagen negativa se reflejaba incluso en obras literarias como la Divina Comedia de Dante, donde el Profeta Muhammad es castigado en el infierno. En la obra, el autor italiano, «echa en cara al último profeta de los musulmanes el haber roto la unidad religiosa».
La convivencia y el conflicto en la península ibérica

La península ibérica fue una región única por la convivencia de musulmanes, judíos y cristianos durante la Edad Media. Aunque la conquista de los reinos cristianos culminó en 1492 con la toma de Granada, la historia del islam en España no terminó allí. Tras 1492, muchos moriscos (musulmanes obligados a convertirse, de nombre o sinceramente, al cristianismo) permanecieron en España. A pesar de las garantías iniciales, se buscó su rápida y verdadera cristianización, lo que generó una falta de tolerancia y constantes levantamientos a lo largo del siglo XVI. Felipe II prohibió el uso de la lengua árabe, nombres, vestimenta y costumbres moriscas, incluyendo el baño y las fiestas. Esta presión llevó a la sublevación en Las Alpujarras en 1568, que fue sofocada violentamente en 1570, causando la migración de miles de moriscos andaluces.
«Doquiera que estamos lloramos por España, que, en fin, nacimos en ella y es nuestra patria natural; en ninguna parte hallamos el acogimiento que nuestra desventura desea, y en Berbería y en todas las partes de África donde esperábamos ser recebidos, acogidos y regalados, allí es donde más nos ofenden y maltratan. No hemos conocido el bien hasta que le hemos perdido; y es el deseo tan grande que casi todos tenemos de volver a España, que los más de aquellos, y son muchos, que saben la lengua, como yo, se vuelven a ella y dejan allá sus mujeres y sus hijos desamparados: tanto es el amor que la tienen; y agora conozco y experimento lo que suele decirse, que es dulce el amor de la patria».
— Don Quijote de la Mancha, Segunda Parte, Capítulo LIV.
A principios del reinado de Felipe III, se presentó a los moriscos como el mayor peligro para la unidad de España. Aunque se excusaban en razones religiosas, el trasfondo principal de la decisión de expulsión de 1609 era económico y político; eran vistos como «enemigos de la nación» que atentaban contra la ortodoxia religiosa.
El Mediterráneo y la experiencia de Cervantes
El Mediterráneo fue la principal zona de encuentro cristiano-musulmán en el siglo XVI. El ejército turco otomano era visto como el mayor enemigo; la palabra «musulmán» se volvió sinónimo de «turco» y «bárbaro». De hecho, se asiste a una intensificación de la propaganda anti-turca en España y otros estados cristianos. Batallas como Lepanto (1571) y Túnez (1574) tuvieron gran importancia propagandística, más que militar.

La piratería y el corso también fueron una realidad de la época, vistos como “sustitutos” de las grandes guerras y una actividad «económica» permitida, que no estaba asociada con una sola religión o nación. La proporción de piratas cristianos y musulmanes era similar, y ciudades de ambos lados, como Argel en el norte de África y La Valetta, Nápoles, Almería y Valencia en Europa, apoyaban esta actividad. Argel se convirtió en la capital de la piratería en el Mediterráneo en el siglo XVI.
Cervantes tuvo una experiencia personal directa con el islam y los musulmanes: luchó en batallas navales contra los turcos, incluida la de Lepanto, y fue cautivo en Argel entre 1575 y 1580. Esta vivencia personal es fundamental y se refleja en numerosas de sus obras.
Cervantes, un hombre-frontera
Los historiadores de la literatura a menudo denominan a Cervantes un «hombre-frontera» porque conocía personalmente ambas culturas y actuó como mediador, construyendo puentes entre ellas. Sus obras literarias transforman el tiempo histórico en tiempo literario, cuya base es su experiencia personal, especialmente en el Mediterráneo occidental.
Aunque fue liberado físicamente en 1580, Cervantes evocó sus experiencias de cautiverio y batalla hasta el final de su vida. Dramas como Los tratos de Argel y Los baños de Argel son consideradas creaciones literario-testimoniales. A través de estas obras, buscaba sensibilizar acerca de la liberación de prisioneros, pero también promovía el acuerdo político entre cristianos y musulmanes. Su conocimiento de la piratería también aparece en otras novelas como La ilustre fregona o El amante liberal.

A diferencia de muchos de sus contemporáneos, Cervantes no creó una imagen simple y esquemática del islam o sus seguidores. Su amplia experiencia con musulmanes tanto en España como en Argel, le impidió crear un único prototipo. A pesar de la fuerte propaganda oficial, fue capaz de ofrecer una descripción matizada del mundo islámico y los moriscos. Cervantes no estaba completamente de acuerdo con la persecución de los moriscos y condenó y ridiculizó la exigencia de «limpieza de sangre». Su verdadero mensaje sobre el islam a menudo se presentaba de forma cautelosa o disimulada para evitar problemas con la censura.
El islam en Don Quijote
En Don Quijote, encontramos numerosas alusiones relativas al islam, aunque la religión en sí no se menciona directamente. La figura más relevante es Cide Hamete Benengeli, presentado como el supuesto historiador árabe y manchego, fuente de las aventuras de Don Quijote y Sancho Panza. Esta estructura narrativa, introducida en el capítulo IX del primer tomo, ha sido sorprendente y ha generado debate, considerándose una de las más emocionantes recreaciones literarias del acto mismo de creación de un escritor.
Cide Hamete es descrito con atributos positivos como «sabio», «atentado» y «muy curioso y muy puntual». Sin embargo, Cervantes también lo ridiculiza ocasionalmente, sugiriendo que los árabes pueden ser mentirosos. Su papel es más constante y reflexivo en la segunda parte de la novela. Algunos investigadores relacionan la figura de Benengeli con la situación de los moriscos españoles y los «libros plúmbeos» de Granada, falsificaciones moriscas para reforzar su situación ante la amenaza de la expulsión.
Otros personajes turcos, árabes y moriscos aparecen en la novela, a menudo como portadores de historias. Aunque a veces se les atribuyen rasgos negativos asociados al término «moro» (cobarde, mentiroso, hechizado), los personajes y las situaciones a menudo neutralizan estas expresiones retóricas anti-musulmanas. Esto muestra la visión tolerante del escritor y su deseo de coexistencia pacífica.
La novela hace referencia a viejos enfrentamientos cristiano-musulmanes. Sobre cuestiones de fe, Cervantes pensaba que había que ser prudente y que el convencimiento solo era posible conociendo los pensamientos y principios de la otra parte. Son especialmente significativas las historias de parejas enamoradas separadas por la diferencia de origen y credo. Cervantes muestra la injusticia de esta separación, defendiendo que el amor lo decide el corazón, no las condiciones externas como la riqueza, el origen o la «sangre pura», lo que contrasta con la política y la propaganda. La historia de Zoraida (María), que deja su tierra por amor y fe, es un ejemplo de esto.
«Muchos cristianos he visto por esta ventana, y ninguno me ha parecido caballero sino tú. Yo soy muy hermosa y muchacha, y tengo muchos dineros que llevar conmigo. Mira tú si puedes hacer cómo nos vamos, y serás allá mi marido, si quisieres, y si no quisieres, no se me dará nada, que Lela Marién me dará con quien me case».
—Don Quijote de la Mancha, Primera Parte, Capítulo XL.

La historia de Ricote y su familia es quizás la que mejor representa la persecución y la desesperada situación de los moriscos españoles, ligada a la decisión de la expulsión de 1609. A través del monólogo de Ana Félix, una morisca cristiana, se describe el destierro forzado y la injusticia de no creer que realmente fuese cristiana. Las palabras irónicas de Ricote sobre la política de Felipe III reflejan la crítica de Cervantes a las inhumanas decisiones de la política española y la Inquisición. Cervantes condena el terror espiritual y la persecución racial apoyada por el clero. Como señala Emilio Sola, Cervantes estructura discursos a través de Ricote, que parodian la retórica oficial que justificaba la cruel expulsión.
«De aquella nación más desdichada que prudente sobre quien ha llovido estos días un mar de desgracias, nací yo, de moriscos padres engendrada. En la corriente de su desventura fui yo por dos tíos míos llevada a Berbería, sin que me aprovechase decir que era cristiana, como, en efecto, lo soy, y no de las fingidas ni aparentes, sino de las verdaderas y católicas».
—Don Quijote de la Mancha, Segunda Parte, Capítulo LXIII.
«Bien sabes, ¡oh Sancho Panza, vecino y amigo mío!, como el pregón y bando que Su Majestad mandó publicar contra los de mi nación puso terror y espanto en todos nosotros: a lo menos, en mí le puso de suerte que me parece que antes del tiempo que se nos concedía para que hiciésemos ausencia de España, ya tenía el rigor de la pena ejecutado en mi persona y en la de mis hijos. […] Finalmente, con justa razón fuimos castigados con la pena del destierro, blanda y suave al parecer de algunos, pero al nuestro la más terrible que se nos podía dar».
—Don Quijote de la Mancha, Segunda Parte, Capítulo LIV.
Interpretaciones y legado
Los pensamientos de Cervantes sobre el islam han atraído la atención de investigadores musulmanes, especialmente aquellos que buscan ir más allá de los tópicos. Ven en Cervantes a un escritor que se elevó por encima de la propaganda política, tomando partido por la libertad de conciencia. Algunos, como Medina Molera, comparan a Cervantes con los moriscos falsificadores de los «libros plúmbeos» en su búsqueda de vías de expresión literarias. Cervantes, al igual que otros descendientes de conversos, defendió la igualdad humana frente a los partidarios de la «sangre pura». Medina Molera incluso sugiere, basándose en análisis genealógicos (una opinión minoritaria), que Cervantes pudo tener ascendencia morisca, lo que podría explicar su identificación indirecta con ideas islámicas y su defensa de la igualdad.
Don Quijote es una obra de inmensa riqueza, cuyas múltiples interpretaciones siguen siendo relevantes. Los temas abordados por Cervantes, incluyendo los relacionados con el islam, siguen siendo pertinentes para entender problemas contemporáneos. Sus obras contribuyen a un mejor conocimiento del islam, fomentando el diálogo, la comprensión, la paciencia y la tolerancia hacia otras culturas. Cervantes, más allá de la retórica superficial, tuvo un pensamiento moderno y europeo sobre el islam y la libertad de conciencia. El respeto interreligioso se vislumbra, por ejemplo, en El gallardo español, donde un cristiano y un musulmán se despiden con un saludo respetuoso a sus respectivas fes: «Tu Mahoma, Alí, te guarde» – «Tu Cristo vaya contigo».
La información de este artículo ha sido extraída de Kéri, K. (2005). Cervantes y el islam. Acta Hispanica, 10, 89-103. https://doi.org/10.14232/actahisp.2005.10.89-103
Conoce más sobre la influencia del islam en la literatura española del Siglo de Oro en nuestra visita guiada «Vidas fronterizas, moriscos y literatura del Siglo de Oro en Madrid».
Imagen de portada: Grabado El morisco lee a Cervantes unas líneas del manuscrito © Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
This article is available in English.