María Luisa Ávila
Nota editorial: este artículo fue publicado originalmente en 2011, en el libro De Maŷrit a Madrid: Madrid y los árabes, del siglo IX al siglo XXI, ed. de Daniel Gil-Benumeya, Madrid: Casa Árabe/Lunwerg, 2011. Lo reproducimos aquí con permiso de la autora. María Luisa Ávila es investigadora jubilada de la Escuela de Estudios Árabes (EEA) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Se ha mencionado en anteriores contribuciones a este volumen que el emir Muḥammad fundó o fortificó el ḥiṣn de Madrid, junto con los de de Talamanca y Peñahora. Esta medida ha sido interpretada por unos investigadores (Oliver Asín, Makkī, Martínez Salvador) como reacción a la ofensiva de repoblamiento de ciudades y conquista de algunas plazas emprendida por Ordoño I. Otros (Vallvé, Valdés, Viguera, Manzano), sin embargo, creen que estas fortalezas se erigieron como «baluarte gubernativo interior» frente a los rebeldes de la zona de Toledo, que había mantenido su rebeldía durante largo tiempo. Existen otras interpretaciones, como la de Christine Mazzoli, analizadas en otro lugar de esta obra en las que no voy a detenerme, pues he traído la noticia a colación únicamente porque en las páginas siguientes se tratará de los personajes de Madrid y Talamanca en época islámica. De Peñahora no existe información, pero se puede sumar a las anteriores Alcalá de Henares, otra de las ciudades madrileñas que contó con población musulmana y que tiene representación en las fuentes árabes.
Gobernadores
Las fuentes básicas para el estudio de las ciudades andalusíes son, dejando a un lado los registros arqueológicos, las fuentes escritas y, dentro de ellas, las más relevantes son las descripciones geográficas y crónicas históricas. En estas últimas, centradas primordialmente en aspectos políticos, se encuentran menciones a fundaciones y edificaciones por parte de los príncipes, pero poco en lo que concierne a sus habitantes. Cuando éstos son protagonistas de una crónica, con frecuencia lo son en su papel de rebeldes contra el poder establecido. ¿Qué otros personajes son citados en estas obras? Los que detentaban un cargo político o se movían en el entorno del poder. Así, entre las acciones de gobierno emprendidas por algunos emires o califas figuran los nombramientos y destituciones de cada año, entre ellos los de visires y gobernadores. Estos gobernadores se ocupaban de la administración general y jugaban un papel destacado en el sistema recaudatorio del Estado omeya y en la organización de las campañas militares, entre otras funciones.
‘Ubayd Allāh b. Sālim fue con toda probabilidad el primer gobernador (‘āmil) del emir Muḥammad en Madrid. Seguramente pertenecía a los Banū Sālim, beréberes Maṣmūda que dominaban la zona en el siglo III/IX. Su presencia está atestiguada en Medinaceli, ciudad cuyo nombre —Madīnat Sālim— se debe a este linaje, con el que están relacionados además los Banū l-Faraŷ, señores de Guadalajara.[1] La actuación de ‘Ubayd Allāh como gobernador no puede desligarse de la historia de Toledo. En el año 257/871 los habitantes de Toledo en una de sus habituales manifestaciones de rebeldía mataron a su caudillo Muḥammad b. Balūš. Se da la circunstancia de que este gobernante no había sido impuesto por el gobierno de Córdoba, sino que era toledano y había sido nombrado a petición de los rebeldes. Además de asesinarlo, desterraron a Madrid a un rival suyo llamado Masūna o Masūya. Allí ‘Ubayd Allāh b. Sālim lo mató y luego envió su cabeza al emir Muḥammad.[2]
El Muqtabis de Ibn Ḥayyān nos informa del nombramiento en el año 317 h./929-930 de Garsiya b. Aḥmad como gobernador de Talamanca y del de ‘Abd Allāh b. Muḥammad b. ‘Abd Allāh/‘Ubayd Allāh, como gobernador de Madrid. Se cree que este ‘Abd Allāh es otro de los Banū Sālim, nieto del gobernador anteriormente mencionado.[3]
Más adelante, en el año 325/937, el gobernador de la Marca de Madrid, Aḥmad b. ‘Umar fue destituido y reemplazado por Aḥmad b. ‘Abd Allāh b. Abī ‘Īsà al-Layṯī. Era este Aḥmad un ulema cordobés perteneciente a la ilustre familia de los Banū Abī ‘Īsà, beréberes Maṣmūda al igual que los Banū Sālim. Se cuenta que el califa ‘Abd al-Raḥmān III lo nombró gobernador del ḥiṣn de Madrid en dos ocasiones. Durante la segunda emprendió una algazúa contra el enemigo y logró hacerse con un buen botín. Sin embargo, la caballería cristiana lo sorprendió en el camino de regreso a Madrid y murió junto a otros dieciocho musulmanes. Fue enterrado en Talamanca o en Toledo en el mismo año de su nombramiento. Con respecto a sus intereses en el mundo del saber del que provenía, no siguió la tradición de algunos miembros de su familia, todos ellos reputados alfaquíes, sino que se centró primordialmente en la lengua y la poesía. Tras la muerte de Ibn Abī ‘Īsà fue nombrado en su lugar Muḥammad b. ‘Alī.[4]
Dos años más tarde, es decir, en 328/939, es mencionada la destitución de Sa‘īd b. Maŷma‘ como gobernador de Madrid y el nombramiento para el mismo cargo de al-Fatḥ b. Yaḥyà.[5] De otros gobernadores en la zona no se ha conservado noticia y de los mencionados, únicamente el nombre.
Revuelta de ‘Ubayd Allāh b. al-Mahdī
Mientras los Banū Salim controlaron la ciudad, mostraron fidelidad a los omeyas y no se tiene noticia de insurrecciones en Madrid. Sin embargo, cuenta Ibn Ḥazm que años más tarde hubo un rebelde llamado ‘Ubayd Allāh b. al-Mahdī, pretendido hijo del califa Muḥammad b. ‘Abd al-Ŷabbār al-Mahdī (399/1009 y 400/1010), que se sublevó en Madrid contra el califa al-Mustakfī (414-416/1024-1025) y acabó asesinado.[6] Afirma Ibn Ḥazm que en realidad no se trataba de ‘Ubayd Allāh b. al-Mahdī, sino de un servidor (gulām) de al-‘Aṭṭār llamado al-Faṣīḥ que se hacía pasar por él. Según una noticia biográfica recogida por al-Ḥumaydī el individuo en cuestión era poeta, aunque la información sobre él es confusa.[7] Si el suplantador murió en Madrid, el auténtico ‘Ubayd Allāh fue asesinado en Córdoba.
Cadíes
Las crónicas andalusíes incluyen en la descripción de los soberanos omeyas una relación de los que fueron sus cadíes o jueces. Se trata principalmente de los cadíes de Córdoba. Aunque no se mencionen los de otros lugares, quizá la institución del cadiazgo y sus representantes sea la más fácil de reconstruir. Para ello contamos con los repertorios biográficos árabes. Conviene recordar aquí que los diccionarios biográficos recogen biografías de personajes dedicados al mundo del saber en muchas de sus facetas, especialmente cultivadores de las ciencias jurídico-religiosas. Algunas de estas obras se centran específicamente en cadíes y entre ellas contamos con dos sobre los jueces andalusíes, la Historia de los jueces de Córdoba de Ibn Ḥāriṯ al-Jušanī y al-Marqaba al-‘ulyà de al-Bunnāhī. Una vez más los protagonistas de estas obras son mayormente cordobeses y hemos de decir que ni en éstas ni en ningún otro repertorio hemos encontrado ningún cadí madrileño. No quiere eso decir que no existiera este cargo en la ciudad, pues sí que se menciona en alguna ocasión aunque sin citar nombre. Así, al-Ḥimyarī habla de la visita del cadí al foso de Madrid con motivo del hallazgo de una tumba con un esqueleto gigante. El hecho resulta extraño y sería importante encontrar más datos, porque la existencia o no de esta institución cambia totalmente el tipo de ciudad a la que nos estamos refiriendo.[8]
No obstante, sí que sabemos de otros personajes madrileños u originarios de la zona que ejercieron el cadiazgo en otras ciudades. Así por ejemplo, Abū l-Ḥasan ‘Abd al-Raḥmān b. ‘Īsà b. ‘Abd al-Raḥmān b. al-Ḥāŷŷ (476-541/1083-1146), cordobés conocido por al-Maŷrīṭī por ser oriundo de Madrid, ejerció el cadiazgo en Ronda. También su hijo Yaḥyà (519-98/1125-1202), al que se conoció por el mismo gentilicio, fue cadí de Jaén, Murcia y Granada. Finalmente, fue elevado al cadiazgo en Córdoba tras Abū l-Walīd b. Rušd y fue contado entre sus tradicionistas más prestigiosos y notables.[9]
Ulemas
A falta de otro tipo de fuentes, los diccionarios biográficos se han mostrado de gran utilidad para el estudio de la vida en las ciudades. Aunque las biografías contenidas en ellos sean de ulemas y aunque estas biografías rara vez nos proporcionen datos descriptivos sobre las personas y su entorno, el agrupamiento de estos sabios por ciudades y el estudio de sus biografías ha permitido establecer conclusiones significativas sobre algunos puntos. Entre otras hay que destacar el papel relevante que tuvieron los ulemas en la islamización de las ciudades.[10] Ha permitido también estudiar la vida cultural y religiosa de éstas y ver la importancia de los vínculos personales en la transmisión del saber. No sólo la relación maestro-discípulo juega un papel esencial, sino los vínculos familiares que se establecen entre los miembros de este grupo. Se crean así unas redes de transmisión que acaparan determinados saberes y a veces incluso el desempeño de cargos en una ciudad.[11]
Tras la consulta de los repertorios biográficos andalusíes se ha establecido una nómina de ulemas que tuvieron alguna vinculación con Madrid, Talamanca o Alcalá que alcanza la cifra de treinta individuos, repartida de la siguiente forma: veintidós de Madrid, cinco de Talamanca y tres de Alcalá. No todos los que aparecen en esta relación eran madrileños, talamanqueses o alcalaínos, ni se sabe si residían en esas ciudades. Muchos llevan el gentilicio correspondiente y sin embargo, vivieron en otras localidades.
Para hacernos una idea de lo que estas cifras significan, se puede hacer una comparación con otras ciudades del entorno. Así, de Guadalajara se ha establecido una nómina de sesenta personajes, mientras que de Toledo se han contabilizado 224 ulemas sólo para los siglos IV-V/X-XI.[12] La cercanía de estas dos ciudades y especialmente de Toledo, se deja sentir como foco de atracción cultural en las biografías de los ulemas madrileños, pues es junto a Córdoba la ciudad más visitada para transmitir de sus maestros.
Respecto a la fecha en la que vivieron dichos ulemas, se observa una mayoría de veinte entre los siglos IX y XI repartidos de la siguiente forma: tres vivieron entre el IX y el X, cinco en el siglo X, nueve a caballo entre los siglos X y XI, y tres en el siglo XI. Del resto, tres ejercieron su actividad entre los siglos XI y XII y, por último, hay cinco que se sitúan en el siglo XII. Hay otros dos que no se han podido ubicar cronológicamente. Esta distribución muestra la realidad de la Marca Media, con núcleos que crecen tras su fortificación atrayendo a algunos ulemas de fuera y, por contra, con la emigración de éstos en el declive final.
La fuente básica para la confección de la nómina de ulemas madrileños ha sido la Ṣila de Ibn Baškuwāl, completada con la Bugya de al-Ḍabbī, la Takmila de Ibn al-Abbār y el Ḏayl de Ibn ‘Abd al-Malik al-Marrākušī. Además, el Mugrib de Ibn Sa‘īd aporta información sobre dos poetas. Dichas fuentes se complementan con otros repertorios orientales en el caso de los más ilustres, como son al-Ṭalamankī y Maslama, cuya fama trascendió fronteras y dejó huella en autores más tardíos como al-Ḏahabī o al-Maqqarī.[13]
Familias y transmisiones
Se ha subrayado el papel que juegan las familias como transmisoras de la tradición y el saber islámicos. En el caso de Madrid, como los ulemas recogidos no son muchos, son escasas las familias que han podido reconstruirse. Entre ellas destaca la de los Banū l-Ḥāŷŷ, a dos de cuyos miembros, ‘Abd al-Raḥmān b. ‘Īsà b. ‘Abd al-Raḥmān b. al-Ḥāŷŷ (476-541/1083-1146) y a su hijo Yaḥyà (519-598/1125-1202) ya se ha citado como cadíes. Un tercer miembro de esta familia fue Abū l-Qāsim ‘Īsà b. ‘Abd al-Raḥmān b. ‘Īsà b. ‘Abd al-Raḥmān b. al-Ḥāŷŷ al-Maŷrīṭī, hijo y hermano respectivamente de los otros dos.[14] Los tres fueron llamados al-Maŷrīṭī debido a su origen madrileño, sin embargo, desarrollaron su actividad en Córdoba. ‘Abd al-Raḥmān b. al-Ḥāŷŷ había aprendido de Abū l-Qāsim b. al-Naḥḥās (Córdoba, 427-511/1035-1117), uno de los más destacados almocríes de su tiempo, las lecturas coránicas (qirā’āt), que a su vez él enseñó a su hijo el cadí Abū l-‘Abbās Yaḥyà b.‘Abd al-Raḥmān. Éste también se especializó en lecturas coránicas, pero amplió su formación en otras disciplinas con otros maestros y se señala su dedicación a la enseñanza del Corán y del hadiz. No se trata de una familia muy extensa, pero tenemos representación de tres generaciones que cubren un período de más de un siglo, desde final del siglo V/XI hasta probablemente principios del VII/XIII.
Existe otro Ibn al-Ḥāŷŷ, llamado Yaḥyà b. Muḥammad b. Faraŷ b. Fatḥ (muerto en 515/1121),[15] que no parece tener relación con los anteriores. Este madrileño centró su actividad en su lugar de origen o al menos sólo se le menciona un maestro también madrileño, Yūsuf b. ‘Abd al-Raḥmān b. ‘Abd Allāh b. Ḥammād.[16] Sin embargo, falleció y fue enterrado en Córdoba, sin que se sepa si fue esta ciudad su lugar de residencia.
Otra familia es la de los Banū Ḥammād, de la cual conocemos únicamente a dos de sus miembros, Abū l-Muṭarrif ‘Abd al-Raḥmān b. ‘Abd Allāh b. Ḥammād (330-407/941-1016)[17] y su hijo Yūsuf (375-473/985-1080). Ibn Baškuwāl, biógrafo de ‘Abd al-Raḥmān especifica su condición de madrileño con la expresión min ahl Maŷrīṭ que podría traducirse como «madrileño», literalmente «de la gente de Madrid», sin que ello implique necesariamente haber nacido allí. También nos proporciona los nombres de sus maestros, que fueron Abū l-Muṭarrif ‘Abd al-Raḥmān b. [‘Īsà b. Muḥammad b.] Midrāŷ (m. 363/973-974), y ‘Abdūs b. Muḥammad (m. 390/999-1000), dos toledanos de prestigio, y otros cuatro renombrados cordobeses, entre los que se encuentra el gramático Abū Bakr al-Zubaydī.
Respecto a Yūsuf b. Ḥammād (395-473/985-1080), se trata de uno de los pocos madrileños, hijos de madrileño, que además falleció también en Madrid. Ello no quiere decir que no saliera de su ciudad, pues tras estudiar con destacados maestros andalusíes, entre otros Abū ‘Umar al-Ṭalamankī, viajó a Oriente, donde cumplió el rito de la peregrinación a la Meca, teminando de formarse con los principales maestros de las ciudades que recorrió, como Barqa o Trípoli. En la Meca estudió con Abū Bakr al-Harawī y conoció a Abū l-Ḥusayn Yaḥyà b. Naŷŷāḥ, a quien le escuchó parte de su libro Subl al-Jayrāt, concediéndole además licencia para transmitir el resto. En Barqa encontró a Sa‘īd b. Maymūn b. Ṭarīf y en Trípoli a Abū l-Ḥasan b. al-Munmar, al que frecuentó durante un tiempo y ante el que leyó su Kitāb fī l-farā’iḍ. Fue, al igual que su padre, fidedigno en sus transmisiones. Yūsuf tuvo al menos un hijo llamado ‘Abd al-Raḥmān que no se encuentra registrado en los diccionarios biográficos, pero cuya existencia conocemos por haber servido de fuente a Ibn Baškuwāl para informar de las fechas en las que vivió su padre.
Una tercera familia sería la formada por Sa‘īd b. Sālim al-Maŷrīṭī al-Ṯagrī (m. 376/986)[18] y por su hijo Ibrāhīm b. Sa‘īd b. Sālim b. Abī ‘Īṣām al-Qal‘ī,[19] que no parece que tuvieran relación con los Banū Sālim señores de la Marca media y a los que se ha supuesto indígenas convertidos al islam.[20] Respecto al primero, Ibn al-Faraḍī dice que era de la frontera (ṯagr), sin especificar lugar, aunque vivió en Madrid y en ella murió, mientras el segundo era natural de Alcalá de Henares (Qal‘at ‘Abd al-Salām). Ambos se desplazaron a los dos centros culturales más cercanos, Guadalajara y Toledo para estudiar con los maestros de estas ciudades.
Se observa en las biografías de algunos de estos ulemas una constante que es el hecho de tener maestros cordobeses y toledanos principalmente, aunque también de Guadalajara y esta circunstancia es manifiesta especialmente en ulemas que vivieron en el siglo IV/X o comienzos del V/XI. Quizá se deba a que la mayoría de estos ulemas se sitúa en ese marco temporal. Se ha visto ya algún ejemplo y ocurre en las biografías de otros ulemas que no se mencionan aquí por falta de espacio. Este hecho parece poner de manifiesto la ausencia de grandes figuras en las ciudades analizadas y vendría a corroborar que Madrid no fue ni mucho menos un gran centro cultural comparable a Toledo y a Córdoba, como se ha dicho.
También se aprecia, a pesar del reducido número de personas que hemos citado, una relación entre estos ulemas. Así vemos que Abū ‘Umar al-Ṭalamankī transmitió a Yūsuf b. Ḥammād y que éste a su vez fue maestro de Yaḥyà b. al-Ḥaŷŷ. De este último transmitió otro ulema madrileño —también se dice que cordobés—, llamado Abū Ŷa‘far Aḥmad b. Muḥammad b. Abī ‘Īsà b. Ŷūdī (siglo VI).[21] Existen más relaciones de maestro-discípulo entre otros ulemas de la zona. Como ejemplo se puede citar a Ḥārūn b. Mūsà (m. 401/1011)[22], originario de Madrid, del que transmitió Abū ‘Umar al-Ṭalamankī. Tal vez estos datos apunten a que los ulemas de Madrid formaron un incipiente grupo social cohesionado que no llegó a cuajar por la situación geográfica de estas ciudades y la pronta conquista cristiana de ellas.
Respecto a las disciplinas cultivadas por estos ulemas se observa un predominio del Corán y del estudio de las lecturas coránicas (qira‘āt), junto al interés por transmitir la tradición profética. El cultivo de las ciencias del lenguaje y la poesía también cuenta con algunos cultivadores en esta zona. Hay que señalar que el principal matemático y astrónomo andalusí, Maslama b. Aḥmad era originario de Madrid y que hubo otro matemático, Gānim b. al-Asqaṭīr al-Ṭalamankī, que además fue alquimista.[23] Llama la atención la poca atención que dedicaron estos ulemas al derecho islámico (fiqh). Por otro lado hubo bastantes que se dedicaron al ascetismo.
Abū ‘Umar al-Ṭalamankī
De la cuarta de las familias, esta vez originaria de Talamanca, es digno de mención uno de sus miembros, Abū ‘Umar al-Ṭalamankī. Su nombre completo era Abū ‘Umar Aḥmad b. Muḥammad b. ‘Abd Allāh b. Abī ‘Īsà Lubb b. Yaḥyà b. Muḥammad b. ‘Umar b. Qarlamān al-Ma‘āfirī al-Muqri’ al-Ṭalamankī.[24]
Originario de Talamanca, vivió en Córdoba. Se dice que llegó a esta ciudad en el año 362/972. Allí transmitió de ulemas de gran relevancia como Abū Ŷa‘far Aḥmad b. ‘Awn Allāh, el cadí Abū ‘Abd Allāh b. Mufarriŷ, Abū Muḥammad al-Bāŷī, Abū l-Qāsim Jalaf b. Muḥammad al-Jawlānī, el almocrí Abū l-Ḥasan al-Anṭākī, Abū Bakr al-Zubaydī, ‘Abbās b. Aṣbag y otros ulemas de Córdoba y de otros lugares. Del nombre de sus maestros se deduce que su formación fue bastante completa, pues abarcaría las diversas materias en las que éstos eran expertos: derecho, Corán, gramática, hadiz, etc. Como era habitual, al-Ṭalamankī completó su formación con un viaje a Oriente, viaje que se realizaba «en busca del saber» y con el objetivo de realizar la peregrinación a la Meca. Tras pasar por Medina, El Cairo, Damieta y al-Qayrawān, regresó a al-Andalus cargado de conocimientos y fue uno de los mayores expertos en la ciencia del Corán, tocando todas sus ramas. El Corán fue el objeto de varias de las obras que escribió, aunque también cultivó otras disciplinas. Destacó por ejemplo, por su amplio conocimiento del hadiz y de las biografías de los transmisores, y además se interesó en la teología dogmática y fue partidario de los milagros de los santos (karamāt). Se puede considerar que al-Ṭalamankī fue hasta cierto punto un innovador en cuanto a las disciplinas cultivadas, respecto a las materias de las que se venían ocupando hasta entonces los alfaquíes.
Muestra de su preeminencia es el número de discípulos que tuvo y que M. Fierro ha situado en treinta y cinco.
Al-Ṭalamankī fue durante un tiempo imán en la mezquita cordobesa de Mu‘ta. Más tarde vivió en Almería, después en Murcia y finalmente en Zaragoza. Al final de su vida volvió a su lugar de origen, Talamanca, haciendo ribāṭ, y allí murió en el año 428/1036 o 429/1037 cuando tenía cerca de noventa años lunares, en plenas facultades mentales.
Las líneas precedentes nos muestran la biografía tipo del ulema de nombradía respetado por sus contemporáneos hasta el punto de que llega a reunir numerosos discípulos en torno a él. Sin embargo en ese camino a la honorabilidad, al igual que otros ulemas que lo precedieron, al-Ṭalamankī tuvo más de un tropiezo con otros alfaquíes. Había intervenido en alguna disputa jurídico-religiosa y escribió una refutación contra Ibn Masarra. En el año 425/1034, durante su estancia en Zaragoza, fue acusado de seguir doctrinas ḫāriŷíes, debido a su rigor con los que consideraba musulmanes reprobables, contra los que propugnaba la pena de muerte. Fue juzgado por el cadí Ibn Furtūn, que acabó exculpando al acusado.
Abū ‘Umar estableció relación de parentesco con su maestro Aḥmad b. ‘Awn Allāh al casarse con una hija —también se dice que sobrina— de éste. Con ella tuvo un hijo llamado Muḥammad, que al igual que él llevaba la nisba al-Ṭalamankī, aunque quizá naciera en Córdoba.[25] Se le conoce otro hijo más, de nombre ‘Abd Allāh.[26] Se dice que ambos transmitieron de él y que lo acompañaron en sus estudios con otros maestros.
Maslama b. Aḥmad al-Maŷriṭī[27]
Junto a las ciencias religiosas, se cultivaron en al-Andalus las llamadas ciencias de los antiguos, el más insigne de cuyos representantes fue Abū l-Qāsim Maslama b. Aḥmad al-Maŷriṭī. Este célebre matemático y astrónomo del siglo IV/XI debió de nacer en Madrid, como indica su gentilicio (nisba), aunque desarrolló su actividad científica en Córdoba. Se desconoce la fecha de su traslado a la capital del califato, pero se sabe que una de las etapas de su formación tuvo lugar allí con ‘Abd al-Gāfir b. Muḥammad al-Faraḍī, experto en la partición de herencias. Éste sin duda transmitió sus conocimientos de esta ciencia a su discípulo madrileño, quien añadió a éstos los de aritmética, geometría y astrología, aprendidos de otro de sus maestros, Abū Bakr b. ‘Īsà al-Anṣārī, quien, a decir de Maslama, era insuperable en geometría y en las demás ciencias matemáticas. Maslama, por su parte es calificado como el mejor matemático y astrónomo de al-Andalus en su tiempo por su biográfo Ṣā‘id al-Andalusī. Todo este saber lo transmitió a una serie de discípulos andalusíes, entre los que se cuentan Ibn al-Samḥ, Ibn al-Ṣaffār, al-Zahrāwī y al-Kirmānī. Precisamente Mònica Rius considera una de sus aportaciones más importantes el haber creado una verdadera escuela de astrónomos que se prolongó durante generaciones, pues algunos de los discípulos mencionados, no sólo llegaron a destacar como científicos, sino que a su vez tuvieron discípulos de igual renombre que continuaron esta trayectoria. La grandeza científica de Maslama es inversamente proporcional a lo que conocemos de su vida, pues el autor mencionado no añade nada más a lo ya expuesto que la fecha de su muerte, ocurrida en el año 398/1007-1008 poco antes de que tuviera lugar la guerra civil o fitna cordobesa que iniciaría el desmembramiento del califato. Pero si apenas tenemos datos de tipo personal sobre él, sí se han conservado informaciones y manuscritos de las obras que escribió y de sus logros principales. Así, se sabe que fue autor de un tratado de aritmética comercial, conocido como Mu‘āmalāt. También escribió una pequeña obra sobre el astrolabio esférico, en la que se enseña cómo construirlo y usarlo. Otro título, Šarḥ Zīy Sindhind, es un comentario de las tablas de al-Juwārizmī, en el que introduce modificaciones a dichas tablas, entre las que se pueden citar su adaptación al meridiano de Córdoba y al calendario islámico. Además introdujo modificaciones a las tablas de al-Battānī en otra de sus obras. Conoció el Almagesto de Ptolomeo y escribió unas notas y adiciones al planisferio del astrónomo egipcio.
La importancia de su figura ha hecho que se le atribuyan obras que no son suyas, sino de alguno de sus discípulos e incluso de un autor homónimo, Maslama b. al-Qāsim (m. 353/964), a quien se tiene ya por autor cierto de la Rutbat al-ḥakīm y de Gāyat al-ḥakīm.[28]
Como ya he dicho, apenas si se tiene información de tipo personal sobre Maslama. No se sabe de ningún hijo que continuara su labor, pues nada mencionan las fuentes árabes, y por tanto, no es cierta la existencia de Fátima de Madrid, supuesta hija y colaboradora de Maslama. Esta Fátima apareció hace algún tiempo en una conocida enciclopedia, quizá fruto de una confusión anterior; de ahí pasó a otras obras y, con el efecto amplificador de noticias que posee Internet, los logros que se le atribuyen han llegado tristemente a círculos científicos, sin que en ese camino nada más que a Ángel Requena Fraile se le haya ocurrido contrastarlos y desmentirlos.[29]
El ribāṭ
Se ha incluido en esta nómina de ulemas madrileños a todos aquellos que tuvieron una relación de cualquier tipo con la zona. Entre ellos hay que señalar a los que acudían a la frontera para hacer vida de ribāṭ. Se trata de una vida de retiro y devoción que con frecuencia practicaban los ascetas. La existencia de estas prácticas en zonas fronterizas, no implicaba que sus moradores fueran soldados, aunque vivieran el peligro que ello entrañaba y en ocasiones participaran en la vida militar, bien como combatientes en expediciones contra los cristianos, bien, como ha indicado Manuela Marín, ejerciendo tareas de vigilancia y señalización.[30]
Ya se ha señalado que Abū ‘Umar al-Talamankī regresó al final de su vida a su lugar de origen para llevar vida de ribāṭ. A Madrid acudieron también ulemas de otras regiones con el mismo propósito. Ibrāhīm b. Muḥammad b. Bāz, conocido por Ibn al-Qazzāz, alfaquí, sabio y asceta cordobés fue uno de los muchos ulemas que decidieron hacer ribāt. A este Ibn al-Qazzāz le ofreció el emir Muḥammad el cadiazgo de Córdoba, cargo que él rechazó. Este rechazo a la más alta magistratura es un tópico que se repite en las fuentes y que hay que interpretar como muestra de ascetismo y virtud. Ni siquiera se puede decir de él que llegara a establecerse en la Marca, pues en el camino enfermó y falleció en Madrid.[31] No iba solo en esta expedición, sino que, como a menudo ocurría, lo acompañaba un discípulo, Aḥmad b. Jālid (m. 322/933-934).[32] También iba con él su hijo Aḥmad[33] y un discípulo de éste llamado Aḥmad b. Abī Zur‘a.[34] Esto ocurrió en el año 274/987. Otro ulema en el mismo caso fue Muḥammad b. Ḥunayn, natural de Écija, que acudió a la frontera a hacer ribāṭ y murió en Madrid en fecha indeterminada.[35] Se podría decir en cierto modo que Madrid funcionó más que como foco de atracción cultural, como centro de atracción de ascetas. A los casos ya vistos hemos de añadir el de ‘Abd al-Raḥmān b. Jalaf b. Sadmūn al-Tuŷībī al-Ṯagrī (313-391),[36] de Uclés, que acudió a Madrid, donde transmitió de Sa‘īd b. Sālim, además de oír al asceta Ŷassās el Kitāb al-zuhd (Libro del ascetismo) de Yumn b. Rizq, según relató por escrito a Ibn al-Faraḍī. Este asceta Ŷassās era de Siŷilmāssa y seguramente acabó en Madrid por ser ésta un enclave de ribāṭ.[37]
Entre los participantes en combates hay que citar al ya mencionado Ibrāhīm b. Sa‘īd b. Sālim b. Abī ‘Īṣām al-Qal‘ī, natural de Alcalá de Henares (Qal‘at ‘Abd al-Salām). que llegó a Toledo como muŷāhid y falleció en el 390/999-1000.
A modo de conclusión se puede decir que la ciudad de Madrid, fundada por el emir Muhammad y conquistada por Alfonso VI a fines del siglo XI, constituía en época islámica un núcleo pequeño y fronterizo. Esta circunstancia no permitió que se desarrollara en ella un grupo de personas dedicadas al saber lo suficientemente numeroso como para hacer de la ciudad un foco de atracción cultural, sino más bien todo lo contrario: los pocos ulemas destacados nacidos u originarios de Madrid, se formaron y desarrollaron su actividad lejos de su ciudad de origen, preferentemente en la capital del califato, Córdoba, en Toledo y en otros lugares. Al mismo tiempo, su calidad de ciudad de frontera, atrajo a algunos ulemas dispuestos a vivir el ribāṭ, pese al riesgo que conllevaba.
El número de ulemas de Alcalá de Henares muestra la escasa actividad intelectual de esta ciudad. Respecto a Talamanca de Jarama, se ha dicho que durante los siglos X y XI albergó una escuela jurídica de renombre que es citada junto a las de Córdoba y Toledo.[38] Esta idea ha sido desmentida por Manuela Marín.[39] Se ha visto además, que a pesar del prestigio del talamanqués Abū ‘Umar, la existencia de tan sólo cinco ulemas relacionados con esa ciudad no permite corroborar esa teoría.
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Notas
[1] Sobre los Banū Sālim, Helena de Felipe, Identidad y onomástica de los beréberes de al-Andalus, Madrid: CSIC, 1997, págs. 220-224. [volver]
[2] Véase la noticia en Ibn Ḥayyān, al-Muqtabis min anbāʼ ahl al-Andalus (ed. de Maḥmūd ‘Alī Makkī), Beirut, 1973, pág. 327 y n. de Maḥmūd ‘Alī Makkī en pág. 611, n. 537. Recoge estos sucesos María Jesús Viguera en «Madrid en al-Andalus», en Actas del III Jarique de Numismática Hispano-Árabe, Madrid; Museo Arqueológico Nacional/Museo Casa de la Moneda, 1993, pág. 15. [volver]
[3] Al-Muqtabas, V (ed. de Pedro Chalmeta, Federico Corriente y Mahmud Sobh), Madrid/Rabat: Instituto Hispano-Árabe de Cultura/Facultad de Letras, 1979, pág. 254 árabe, 193 trad.; véase Una crónica anónima de ‘Abd al-Raḥmān III al-Nāṣir (ed. de Évariste Lévi-Provençal y Emilio García Gómez, Madrid/Granada, CSIC/Instituto Miguel Asín, 1950, pág. 84 árabe, 158 trad.; Jaime Oliver Asín, «El ambiente cultural y militar del Madrid musulmán», Revista de la Biblioteca, Archivo y Museo del Ayuntamiento de Madrid, Madrid, vol. XX, núm. 61-62, 1951, pág. 277, recogido también como apéndice 1 en Jaime Oliver Asín, Historia del nombre Madrid, Madrid: AECI, 1991, págs. 243-277. [volver]
[4] La noticia de estos nombramientos se encuentra en al-Muqtabas, V, cit., pág. 417 árabe, 312 trad. Sobre Aḥmad b. ‘Abd Allāh b. Abī ‘Īsà, vésase Manuela Marín, «Una famila de ulemas cordobeses: los Banū Abī ‘ Īsà», Al-Qanṭara, Madrid, núm. VI, 1985, pág. 315; María Jesús Viguera, art. cit., pág. 27; y Christine Mazzoli-Guintard, Madrid, petite ville de l’Islam médiéval (IXe-XXIe siècles), Rennes: Presses Universitaires de Rennes, 2009, pág. 125. [volver]
[5] Al-Muqtabas, V, cit., pág. 463 árabe, 348 trad. [volver]
[6] Naqṭ al-‘arūs fī tawārīj al-julafā, en Rasā’il Ibn Ḥazm (ed. de Iḥsān ‘Abbās), t. ii, Beirut: al-Muʼassasa al-‘Arabiyya, 1980-1981, pág. 58. [volver]
[7] Al-Ḥumaydī, Ŷaḏwat al muqtabis fī ḏikr wulāt al Andalus (ed. de M. b. Tāwīt al-Ṭanŷī), El Cairo, 1372/1952, n. 983. No se sabe quién es este al-‘Aṭṭār, ni si se trata del oficio de este gulām. Christine Mazzoli-Guintard (op. cit, pág. 141) ha sugerido la posibilidad de que Gulām fuera el nombre propio del rebelde. Sin embargo, no se conoce a nadie llamado así y además, en otro manuscrito aparece mamlūk en lugar de gulām; no obstante, la brevedad de los dos textos que poseemos no permite aclarar el asunto. Maḥmūd ‘Alī Makkī se ocupó de esta supuesta rebelión en «A propósito de la revolución de ‘Ubayd Allāh b. al-Mahdī en Madrid», Revista del Instituto Egipcio de Estudios Islámicos, Madrid, vol. IX-X, 1961, págs. 255-260, trabajo en el que desmentía la tesis de Oliver Asín sobre la identificación de este al-Mahdī con el líder fāṭimí del mismo nombre. Véase Jaime Oliver Asín, op. cit., págs. 266-267 y art. cit, págs. 278-280. [volver]
[8] Al-Ḥimyarī, Ṣifat ŷazīrat al-Andalus: muntajaba min Kitāb al-Rawḍ al-mi‘ṭār fī jabar al-aqṭār (ed. de Évariste Lévi-Provençal), El Cairo, 1937, pág. 180; La Péninsule Ibérique au Moyen-Âge d’après le Kitāb ar-rawḍ al-mi’ṭār fī jabar al-aktār d’Ibn ‘Abd al Mun‘im al-Ḥimyarī (trad. de Évariste Lévi-Provençal), Leiden: Brill, 1938, pág. 216. Recogido en María Jesús Viguera, art. cit., pág. 22. [volver]
[9] Biografía del padre en Ibn al-Abbār, Kitāb al-takmila li-Kitāb al-ṣila (ed. de Francisco Codera), vol. II, Madrid: Imprenta Rojas, 1887-1889, pág. 562, n. 1596; Ibn al-Zubayr, Ṣila al-Ṣila (ed. de ‘Abd al -Salām al-Ḥarrās y Sa‘īd A‘rāb), vol. III, Rabat: Wizārat al-Awqāf wa-l-Šuʼūn al-Islāmiyya, 1413/1993, n. 314; Jaime Oliver Asín, art. cit., pág. 273. La de Yaḥyà en Ibn al-Abbār, Kitāb al-takmila li-Kitāb al-ṣila (ed. de Francisco Codera), cit., pág. 726, n. 2058; Ibn al-Zubayr, op. cit., vol. V, pág. 256, n. 523; Oliver Asín, art. cit., págs. 273-275. [volver]
[10] Maribel Fierro y Manuela Marín, «La islamización de las ciudades andalusíes a través de sus ulemas (s. II/VIII-comienzos s. IV/X», en Genèse de la ville islamique en al-Andalus et au Maghreb occidental (actes recueillis et préparés par Patrice Cressier et Mercedes García-Arenal, avec la collaboration de Mohamed Méouak), Madrid: Casa de Velázquez/Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1998, págs. 65-97. [volver]
[11] Manuela Marín, «Ciencia, enseñanza y cultura en la ciudad islámica», en Simposio Internacional sobre la ciudad islámica, Zaragoza: Institución Fernando el Católico, 1991, págs. 113-133, esp. 130; María Luisa Ávila, «Cargos hereditarios en la administración judicial y religiosa de al-Andalus», en Saber religioso y poder político en el Islam: actas del Simposio Internacional, Granada, 15-18 octubre de 1991, Madrid: Agencia Española de Cooperación Internacional, 1994, págs. 27-37. [volver]
[12] Para los ulemas de Guadalajara, véase Manuela Marín, «Ulemas en la Marca Media», en Estudios Onomástico-Biográficos de al-Andalus, Madrid, vol. VII, 1995, págs. 203-230, y para los de Toledo, Manuela Marín «Familias de ulemas en Toledo», en Estudios Onomástico-Biográficos de al-Andalus, Madrid, vol. V, 1992, págs. 229-271. [volver]
[13] A lo largo del artículo me referiré a algunos ulemas, pero no inserto aquí la nómina completa, ya que ocuparía más espacio del disponible. Quien esté interesado en estos personajes, puede consultar Jaime Oliver Asín, art. cit., que recoge bastantes —aunque no todos— personajes madrileños. Véase asimismo María Jesús Viguera, art. cit., págs. 11-35; Manuela Marín, «Ulemas en la Marca Media», cit., págs. 219-223; Manuela Marín, «Una ciudad en la frontera de al-Ándalus: Maŷrīṭ», Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, vol. LVI, 2001, págs. 9-20; Christine Mazzoli-Guintard, op. cit., págs. 125-129. [volver]
[14] Ibn al-Abbār, «Apéndice a la edición Codera de la «Tecmila» de Aben Al-Abbar» (ed. de Maximiliano Alarcón y Cándido Ángel González Palencia), en Miscelánea de estudios y textos árabes, Madrid: Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas. Centro de Estudios Históricos, 1915, págs. 246-247, n. 2415; Ibn ‘Abd al-Malik al-Marrākušī, al-Ḏayl wa-l-Takmila (ed. de Iḥsān ‘Abbās), vol. II, Beirut: Dār al-Ṯaqāfa, 1965, pág. 501, n. 915. [volver]
[15] Ibn Baškuwāl, Kitāb al-Ṣila (ed. de Francisco Codera), Madrid: Josephum de Rojas, impr., 1882-1883, pág. 1366, n. 1368; Manuela Marín, «Ulemas en la Marca Media», cit., pág. 220; Christine Mazzoli-Guintard, op. cit., 128, n. 19. [volver]
[16] Ibn Baškuwāl, op. cit., págs. 618-619, n. 1387; Manuela Marín, «Ulemas en la Marca Media», cit., págs. 219-220; María Jesús Viguera, art. cit., pág. 29; Christine Mazzoli-Guintard, op. cit., pág. 129, n. 21. [volver]
[17] Ibn Baškuwāl, op. cit., pág. 308, n. 682; Manuela Marín, «Ulemas en la Marca Media», cit., pág. 219; María Jesús Viguera, art. cit., págs. 28-29. [volver]
[18] Ibn al-Faraḍī, Taʼrīj ‘ulamāʼ al-Andalus (ed. de Francisco Codera), Madrid: La Guirnalda, imp., 1890-1891, pág. 2148, n. 515; al-Ḍabbī, Bugyat al-multamis fī Taʼrīj riŷāl ahl al-Andalus (ed. de Francisco Codera y Julián Ribera), Madrid: Josephum de Rojas, impr., 1885, págs. 296-297, n. 806; Jaime Oliver Asín, art. cit., pág. 261-262; Manuela Marín, «Una ciudad en la frontera de al-Ándalus: Maŷrīṭ», cit.; Christine Mazzoli-Guintard, op. cit., pág. 128, n. 17. [volver]
[19] Ibn Baškuwāl, op. cit., pág. 90, n. 188; Manuela Marín, «Ulemas en la Marca Media», cit., pág. 223. [volver]
[20] Así opina Manuela Marín en «Una ciudad en la frontera de al-Ándalus: Maŷrīṭ», cit., págs. 14-15. [volver]
[21] Ibn ‘Abd al-Malik, al-Ḏayl wa-l-Takmila (ed. de Muḥammad b. Šarīfa), vol. I-1, Beirut: Dār al-Ṯaqāfa, s. a., págs. 399-400, n. 576. [volver]
[22] Ibn Baškuwāl, op. cit., págs. 595-596, n. 1327; Yāqūt, Mu‘ŷam al-buldān, vol. V, Beirut: Dār Ṣādir, 1957, pág. 58; Jaime Oliver Asín, art. cit., págs. 269-272; Christine Mazzoli-Guintard, op. cit., pág. 126, n. 10. [volver]
[23] Ibn Sa‘īd, al-Mugrib fī ḥulà l-Magrib (ed. de Šawqī Ḍayf), vol. II, El Cairo: Ŷāmi‘at Fuʼād al-Awwal, 1953-1955, pág. 42, n. 361. [volver]
[24] Su figura ha sido analizada en Maribel Fierro, «El proceso contra Abū ‘Umar al-Ṭalamankī a través de su vida y de su obra», Sharq al-Andalus, Alicante, núm. 9, 1992, págs. 93-127, artículo en el que se recoge abundante bibliografía sobre este ulema. [volver]
[25] Ibn al-Abbār, al-Takmila li-Kitāb al-ṣila (ed. de ‘Izzat al-‘Aṭṭār al-Ḥusaynī), vol. I, El Cairo, 1955, pág. 386, n. 1075; Ibn ‘Abd al-Malik al-Marrākušī, al-Ḏayl wa-l-Takmila (ed. de Iḥsān ‘Abbās), cit., vol. VI, pág. 48, n. 91. [volver]
[26] Ibn Baškuwāl, op. cit., pág. 265, n. 589.[volver]
[27] Juan Vernet y María Asunción Catalá, «Obras matemáticas de Maslama de Madrid», Al-Andalus, Madrid, vol. XXX, núm. 1, 1965, págs. 15-45; Julio Samsó, Las ciencias de los antiguos en al-Andalus, Madrid: Mapfre, 1992, págs. 80-98; Mònica Rius, «al-Maŷriṭī, Maslama», en Biblioteca de al-Andalus (dir. y ed. de Jorge Lirola Delgado y José Miguel Puerta Vílchez), vol. IV, Almería: Fundación Ibn Tufayl de Estudios Arabes, 2009, págs. 535-39, n. 1547. En estas obras se puede encontrar relación detallada de fuentes y bibliografía sobre Maslama. [volver]
[28] V. Maribel Fierro, «Bāṭinism in al-Andalus. Maslama b. Qāsim al-Qurṭubī (d.353/964), author of the Rutbat al-Ḥakīm and the Ghāyat al-Ḥakīm (Picatrix)», Studia Islamica, París, núm. 84, 1996, págs. 87-112.[volver]
[29] «Fátima de Madrid, ¿Astrónoma? s. X-XI», <http://www.andalucia.cc/viva/mujer/vidas/fatima_de_madrid.html> [Consulta: 21 de mayo de 2010]. [volver]
[30] Manuela Marín, «El ribaṭ en al-Andalus y en el Norte de Africa», en Míkel de Epalza (ed.), La ràpita islàmica: història institucional i altres estudis regionals, Madrid/Sant Carles de la Ràpita, Institut d’Estudis Rapitencs/Instituto de Cooperación con el Mundo Árabe, 1993, págs. 121-130. Reimpreso en La rábita en el islam. Estudios interdisciplinares, Alicante/Sant Carles de la Ràpita, Universidad de Alicante/Ajuntament de Sant Carles de la Ràpita, 2004, págs. 111-116. [volver]
[31] Manuela Marín, «Nómina de sabios de al-Andalus (93-350/711-961)», en Manuela Marín (ed.), Estudios onomástico-biográficos de al-Andalus, vol. I, Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1988, n. 46; Jaime Oliver Asín, art. cit., pág. 276; Manuela Marín, «Ulemas en la Marca Media», cit., pág. 220; Christine Mazzoli-Guintard, op. cit., pág. 127, n. 12. [volver]
[32] Se trata del cordobés conocido por Ibn al-Ŷabbab. No se cita en su biografía esta expedición. V. Manuela Marín, «Nómina de sabios de al-Andalus (93-350/711-961)», cit., n. 116. [volver]
[33] Ibn al-Abbār, al-Takmila li-Kitāb al-ṣila (ed. de ‘Izzat al-‘Aṭṭār al-Ḥusaynī), vol. I, pág. 8, n. 2; al-Ḏayl wa-l-Takmila (ed. de Muḥammad b. Šarīfa), cit., vol. I-1, n. 42; Manuela Marín, «Ulemas en la Marca Media», cit., pág. 221. [volver]
[34] Esta es la única noticia que se tiene de él, pues Ibn ‘Abd al-Malik —al-Ḏayl wa-l-Takmila (ed. de Muḥammad b. Šarīfa), cit., pág. 362, n. 496— sólo menciona su nombre sin añadir ningún otro dato. [volver]
[35] Ibn al-Faraḍī, op. cit., pág. 361, n. 1281; Manuela Marín, «Ulemas en la Marca Media», cit., pág. 221; María Jesús Viguera, art. cit., pág. 28; Christine Mazzoli-Guintard, op. cit., 127, n. 15. [volver]
[36] Ibn al-Faraḍī, op. cit., pág. 224, n. 809; al-Ḍabbī, op. cit., pág. 350, n. 1011; al-Maqqarī, Nafḥ al ṭīb min guṣn al-Andalus al-raṭīb (ed. de Iḥsān ‘Abbās), vol. II, Beirut, 1968, pág. 633, n. 258; Jaime Oliver Asín, art. cit., págs. 281-282; María Jesús Viguera, art. cit., pág. 28; Christine Mazzoli-Guintard, op. cit., pág. 125, n. 2. [volver]
[37] Ibn al-Faraḍī, op. cit., pág. 92, n. 323; Jaime Oliver Asín, art. cit., pág. 283; María Jesús Viguera, art. cit., págs. 27-28; Manuela Marín, «Ulemas en la Marca Media», cit., pág. 221. [volver]
[38] Miguel Asín Palacios, Abenhazán de Córdoba y su historia crítica de las ideas religiosas, vol. I, Madrid: Turner, 1984, pág. 100, n. 123; Maḥmūd ‘Alī Makkī, Ensayo sobre las aportaciones orientales en la España musulmana y su influencia en la formación de la cultura hispano-árabe, Madrid: Instituto de Estudios Islámicos, 1968, pág. 108; Cabanelas, Ibn Sida de Murcia: el mayor lexicógrafo de al-Andalus, Granada: Universidad de Granada, 1966, pág. 38, n. 4. [volver]
[39] Manuela Marín, «Ulemas en la Marca Media», cit., págs. 223-226. [volver]